Siempre me ha interesado el mundo de la edición y la publicación de libros y revistas. A pesar de que hace tiempo que no diseño ni maqueto ninguno, sigo dando un curso sobre diseño y maquetación de publicaciones una vez al año y asesorando a varios compañeros y compañeras en el uso cotidiano de InDesign. Sigo disfrutando de los libros bien editados y leyendo menos de lo que me gustaría… pero eso es otro tema.
Últimamente tengo especial curiosidad en ver cómo evoluciona la incursión del libro electrónico o e-book en nuestro día a día, comiéndole terreno al archiconocido libro de papel (aka “libro de toda la vida”). Parece que ya no está tan en boga opinar sobre cual de ellos es mejor; aquello del tacto de las páginas de papel, o lo de llevar miles de libros encima en un pequeño y ligero aparato, etc.
¿Qué está pasando en el mundo de la lectura digital?
Quizás ha llegado ya la hora de empezar a ver que está ocurriendo con las tendencias y en que se han convertido las predicciones rimbombantes. Y cuando busco información, lo que me encuentro es una gran confusión en lo que a cifras reales y estadísticas fiables se refiere. A partir de aquí, todo lo que sigue de este artículo es simplemente una opinión. Documentada, pero una opinión.
Aclarar algunos conceptos
En primer lugar partimos de la confusión que tenemos con los términos que se utilizan en España para denominar al propio aparato y al documento en sí. Los anglosajones lo tienen claro: “eReader” para el primero y “eBook” para el segundo. El problema es que nosotros nos hemos habituado a sustituir libro por libro electrónico o e-book… cuando ahora, en realidad, tenemos separado el soporte del contenido. Lo lógico —y correcto según muchos— sería distinguir entre lector de libros electrónicos (e-reader) y libro electrónico (e-book) o incluso libro digital.
Así que por una parte tenemos al libro electrónico. Este puede tener distintos formatos y puede leerse en distintos dispositivos como el propio lector de libros electrónicos, una tablet, un smartphone o incluso en la pantalla del ordenador de sobremesa, aunque no sea este el caso más habitual.
Por otro lado está el dispositivo, el e-reader, el soporte que sustituye al papel y la tinta de siempre por la utilización de la tinta electrónica. En estos soportes la lectura es bastante parecida al papel ya que no se hace sobre una superficie retro-iluminada como es el caso de las tablets o las pantallas de ordenador. Algunas marcas son Kindle (de Amazon), Sony Reader, Nook o Kobo. De todas formas, la lectura en este tipo de aparatos tiene algunas diferencias notables con la lectura de un libro impreso en papel, como son: la capacidad del modificar el tamaño y aspecto del texto, la condición liquida del texto que fluye y modifica su estructura, etc. Pero ahora no vamos a entrar en este tema, lo dejamos para otra entrada.
Los datos de que se dispone
Y llegamos al momento de los datos, o al menos de los hechos. Parece ser un hecho contrastado que después de una penetración bastante rápida en el mercado y en la vida de los lectores, la lectura de libros en soporte digital sufre un freno en su ascensión. Todo el tema de datos estadísticos es algo confuso. Las razones parecen varias:
- Que sólo se tienen en cuenta las ventas de versiones e-book de los libros más vendidos en papel. En este caso salen fuera, según explican algunos, las ventas de libros que tienen más éxito en su formato digital que en papel y las de los que sólo están publicados en esta versión (entre las que están la mayoría de libros autoeditados). Al menos eso se desprende de los datos del primer trimestre de 2013 en el Reino Unido y EEUU.
- Que no se tienen en cuenta los libros no comprados. Aunque se calcula que el mercado ilegal (pirata) del libro en España es de un reducido 40%, es más que evidente que muchos lectores invierten en el e-reader pero leen libros descargados gratuitamente, evidentemente fuera de toda estadística fiable.
No es lo mismo libros vendidos que libros editados
Podríamos pensar que al menos las estadísticas de edición de libros serían fiables, pero nada más lejos de la realidad. Así como en la edición de nuevos libros de papel podemos fiarnos del registro de ISBN, se calcula que un gran porcentaje de libros electrónicos editados no dispone de este identificador. Como dato de muestra: Amazon vende una gran cantidad de e-books autoeditados (el 40% de sus 25 más vendidos, nada menos) a los que no pide que obtengan el ISBN.
Algunas conclusiones
Así y todo, la edición de libros en papel sigue cayendo (15% en España en 2013), así como su venta. Pero también es cierto que estamos en crisis y el consumo ha bajado en general. ¿Eso quiere decir que la lectura de libros en e-readers sigue aumentando al mismo ritmo? No tiene por qué. Y aunque no tengo yo la respuesta, os dejo algunos comentarios sobre una encuesta del año pasado (2013) entre jóvenes británicos. El 62% de los chicos y chicas entre 16 y 24 años preferían el libro físico de papel frente al digital. Precisamente en una franja de edad en la que las pantallas van unidas casi a la personalidad. Las respuestas, sin mucha sorpresa, suelen ir asociadas al valor emocional del libro: su olor, su capacidad de ser coleccionado, la venta de segunda mano, el préstamo realmente personal…
Parece que más de 5 siglos de tecnología de impresión no van a dejarse borrar del mapa tan fácilmente. Y luego está todo el tema de las revistas que no acaban de despegar en digital y el boom de las revistas en papel independientes y distribuidas globalmente… que por supuesto dejaré para otra entrada.
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